De la Paz a Santiago

En Bolivia, técnicamente, hubo un golpe de Estado. El ejército presionó a Evo Morales para que renunciara. No tenía otra salida. Era eso o asumir las consecuencias de desafiar al ejército que lo desconoció como presidente. La única salida era solicitar asilo político.

En México ya teníamos experiencia en el tema. Por ejemplo, en 2009, Felipe Calderón recibió de manera cálida y fraterna a Manuel Zelaya Rosales, después de haber sido depuesto por el ejército de Honduras. El plan de Zelaya era gobernar desde el exilio.

Ciertamente las razones por las cuales Zelaya fue depuesto muy diferentes a las que empujaron a Evo Morales a dimitir (entre otros delitos, a Zelaya se le acusó de traición a la patria) pero, insisto, técnicamente, los dos ex presidentes fueron objeto de un golpe de Estado encabezado por las fuerzas armadas, por ello no debería extrañarnos que México le abriera la puerta a Evo Morales e, incluso, que se adelantara ofreciéndole asilo.

Entonces, ¿dónde está el problema? ¿Por qué tanta rabia purulenta anegando las redes? ¿Por qué un avión del ejército fue exclusivamente por él a Bolivia? ¿Por qué nos revienta el hígado que hayan ido por Evo Morales y no nos molestó que un avión militar fuera a los Estados Unidos a traer las cenizas de José José? ¿Se habría levantado la misma polvareda si Calderón hubiera mandado traer a Zelaya de Honduras? ¿Hubiera sido una acción execrable? ¿Irresponsable? Si debíamos negar el asilo a Evo por ser un “dictador”, ¿por qué al ex presidente de Honduras se le recibió con bombo y platillo, cuando la prensa internacional decía que con él habían aumentado la violencia, los secuestros, asesinatos y agudizado la crisis económica y energética?

Ciertamente, Evo Morales no es ninguna perita en dulce; mucha gente salió a las calles, porque la OEA corroboró las sospechas de muchos sectores visibilizando el montón de irregularidades que se dieron durante el proceso electoral que lo llevaría a gobernar Bolivia por cuarta vez.

Con todo, López Obrador no se equivocó al asilar a Morales, porque técnicamente fue depuesto por un golpe de Estado; en lo que se equivocó, y mucho, fue en exaltar la supuesta vocación y actitud democrática de Morales al convocar a una nueva elección, cuando la OEA ya había destapado el fraude.

Y ya que estamos en estas, si Sebastián Piñera se viera en las mismas que Evo, ¿irán por él a Santiago?