'El lector de almohadas', la «fantástica» novela de Pepa G. Lillo

Muy animada ha estado la presentación este jueves, en la Librería Taiga de Toledo, de la novela 'El lector de almohadas', de Pepa G. Lillo . A ello han contribuido los cánticos de la propia autora - vocalista del grupo Ethnos Atramo - y las palabras de la poeta toledana María Antonia Ricas , encargada de analizar una obra que confesó haberle «enganchado» y estremecido «ante la dureza que expresan algunos pasajes y la seducción según se van descubriendo». Señala Ricas que la obra de Pepa G. Lillo está escrita con excelencia en el lenguaje y «adquiere unas peculiaridades estéticas que, personalmente, me encantan y que ya estaban presentes en 'Donde no había lobos'. «Hay una visualidad descriptiva patente en las escenas que narra (como lectora esto ha sido algo intenso, casi perturbador, al ir leyendo la historia que cuenta); alcanza la perfecta verosimilitud de algo imposible, fantástico , como si fuese un hecho que pudiera acaecer, que pudiera ocurrir sin mayor problema… Fabula en primera persona (qué es hablar, contar, sino fabular), ¡ y masculina!, con una agilidad y un poder de convencimiento pasmosos y, sobre todo, articula los diferentes planos de la novela de una manera brillante, sin que se noten artificiosos los saltos narrativos ni en el tiempo ni en el espacio«, añade. Noticia Relacionada artes&letras estandar No La palabra imaginada (22): Música del deseo MARÍA ANTONIA RICAS De 'La música del fuego'. Colección Ulises. 2001. María Antonia Ricas. Otra de las propiedades de la novela es el «ritmo claro», que recorre toda la trama del texto y modula los pasajes de tensión con otros más sosegados sosteniendo, así, una cohesión argumental óptima entre las particularidades de los diferentes personajes y el 'tejido' que cada uno va pidiendo para «llegar a ser creíbles, alejados de un didactismo aburrido o de un propósito ideológico que acartone la sucesión de acontecimientos». Ricas explica que la mirada crítica de la autora cruza toda la novela, pero con un paso sutil, cuidadoso, cediendo a los personajes su propio sentido del humor, negro a veces, otras, irónico, muy de aquí, o, en ocasiones, sumergidos en un drama desolador, y dejando que en su libertad de movimientos nos sean atractivos o abyectos. Así, si leéis 'El lector de almohadas' descubriréis la ausencia de un narrador omnipotente , 'dolencia' que padece mucha de la prosa actual (y creo que es, simplemente, porque no se sabe contar)«. A juicio de la poeta toledana, otro de los elementos ineludibles para apreciar la riqueza de la novela de Pepa G. Lillo es el final… o el no final. «Es decir, el giro preciso en el desenlace como para que la previsión lectora salte por los aires (sólo García Márquez supo comenzar por el final una novela sin que perdiera la atención apasionada). En este caso, a 'El lector de almohadas' no le hace falta esa doblez; el hilo argumental fluye sin obstáculo hasta la sorprendente conclusión final… o no conclusión (porque no lo desvelaré)«. En resumen, una »novela fantástica (en todas las acepciones del término fantástica), añade Ricas, cuya trama «he intentado por todos los medios que no se desvele y que os aseguro que sorprenderá».