Todo lo que debes saber para visitar el glaciar más largo de los Alpes
Un río de hielo que se cuela entre las montañas de los Alpes en uno de los rincones más idílicos y tranquilos de Suiza. ¿Apetece? Aunque parezca que visitar un glaciar es cosa de grandes aventureros y que requiere de una forma física espectacular, hacerlo en el más largo de las montañas más altas de Europa es tan sencillo como una subida en teleférico y un agradable paseo entre paisajes de postal. Así es el Aletsch y aquí van unos buenos consejos e ideas para disfrutarlo al máximo.
1. Datos de impresión
Sus 20 kilómetros de largo son complicados de imaginar, pero saber que hay zonas en las que su profundidad roza los 900 metros o que está formado por once mil millones de toneladas de hielo es todavía más impactante. Y es que todo en Aletsch Arena es igual de impresionante y ese es uno de los motivos por los que este glaciar junto al bosque que lo rodea fuese declarado Patrimonio Mundial por la Unesco en 2001.
También es sorprendente el futuro de esta maravilla de la naturaleza. El cambio climático es aquí demasiado evidente, tanto como que cada verano este gigante de hielo pierde muchos más centímetros de los que luego es capaz de recuperar en invierno y, por lo tanto, los expertos confirman que en 50 años ya no existirá.
2. De mirador en mirador
Llegar a este gigante de hielo es mucho más sencillo de lo que cualquiera se pueda imaginar, sobre todo por lo accesibles que son los miradores que le acompañan en su recorrido montaña abajo. Para abrir boca la mejor opción es Bettmerhorn debido a lo sencillo que es llegar hasta este balcón sobre el glaciar. Desde el encantador pueblo de Bettmeralp parte un teleférico que te deja directamente a los pies del mirador.
Como las vistas te dejarán con ganas de más, solo hay que dar un paseo (bordeando preciosos lagos y siempre entre los altísimos picos de los Alpes) hasta llegar a Moosfluh. Situado a 2.333 metros sobre el nivel del mar, este mirador es el más bajo y cercano al hielo. Entre estos dos miradores hay una parada muy especial, el que está considerado el banco con las vistas más bonitas de toda Suiza (¡casi nada!). Su suerte es tener por un lado el glaciar Aletsch y por el otro unas espectaculares vistas del icónico monte Cervino.
Mientras que Moosfluh es el mirador más bajo, Eggishorn a 2.926 metros es el más alto. También se llega en teleférico, en este caso desde Fiesch, y en solo unos minutos se llega a un punto desde el que se ve gran parte del glaciar y, en días claros, algunos de los picos más fotogénicos de los Alpes como el Mont Blanc.
3. Sobre el hielo
Si los miradores te saben a poco y sientes la necesidad de poner tus pies sobre esa masa de hielo, debes saber que es posible. Eso sí, en este caso necesitas contratar una excursión con un guía acreditado y tomar ciertas medidas de precaución. Aunque desde lejos parece una lengua de hielo lisa, lo cierto es que es muy irregular y con grandes grietas, lo que lo hace todavía más fascinante.
4. Villa Cassel
Sir Ernest Cassel era un rico inglés que llegó a los Alpes suizos por recomendación de su médico. En aquella época, esta zona no estaba preparada para acoger a alguien de su posición y cumplir sus exigencias en cuanto a comodidad y lujos se refiere. Por lo que decidió construir su propia casa victoriana rodeada de altos picos. Tras su muerte se convirtió en hotel y desde 1976 acoge el primer centro de educación ambiental alpino de Suiza. En la parte baja, una completa exposición sobre el glaciar desvela datos asombrosos sobre lo que fue y lo que será…
5. Campamento base
Bettmeralp es el lugar ideal para establecerse mientas se descubren todos los atractivos de la zona. Casa de madera, balcones que cuando se va el frío se llena de flores y unas calles tranquilas por las que no pasan coches. Y ese es uno de los grandes compromisos de Bettemeralp con el medio ambiente, rebajar al mínimo su huella medioambiental, por lo que el tráfico queda lejos de este remanso de paz.