Mata Hari, la espía más famosa de todos los tiempos
MIAMI, Estados Unidos. — En malayo, Mata Hari significa “Ojo del Día”, una metáfora que hace referencia al sol. De forma similar al astro rey, la mujer que pasó a la historia con ese nombre, deslumbró a cuantos la conocieron. Gracias a su exótica belleza, Europa cayó rendida a sus pies y ni siquiera los hombres más poderosos sospecharon que aquella seductora cortesana era, en realidad, un imán para cualquier información relevante desde el punto de vista político, económico y diplomático. ¿Quién fue realmente Mata Hari, la espía más famosa de todos los tiempos?
Nacida el 7 de agosto de 1876 en los Países Bajos, fue inscrita como Margaretha Geertruida Zelle, hija de un comerciante de sombreros. Después de una infancia marcada por la pérdida de su madre y una adolescencia problemática en la que no faltó algún que otro escándalo de índole sexual, la joven, con tal de escapar de la vigilancia familiar, desposó voluntariamente al capitán Rudolf MacLeod, veinte años mayor, al que había conocido por correspondencia.
Juntos se fueron a Java y allí tuvieron dos hijos: Norman y Louise. El envenenamiento de su primogénito por un criado vengativo causó que el capitán MacLeod se hundiera en el alcohol. Margaretha puso fin a un matrimonio ya desgastado por las diferencias, pero la niña quedó bajo la custodia del padre, quien durante el juicio acusó a su esposa de libertina.
En el ambiente exótico y libre de Java, la hermosa mujer entró en contacto con las danzas y prácticas amatorias del Oriente, que la harían famosa en Europa como cortesana de lujo. Aprovechando su largo cabello oscuro y los rasgos faciales heredados de su madre, se hizo pasar por una princesa indonesia, presentándose con el nombre que la llevaría a la inmortalidad: Mata Hari. A golpe de mentiras, striptease y mucha imaginación, la joven construyó su fama entre los círculos más selectos del Viejo Continente.
Atraídos por aquel mito sexual viviente, militares, políticos, diplomáticos y empresarios pagaban cuantiosas sumas para ocupar las primeras filas en sus espectáculos. Ella, además de dinero, obtenía información que luego vendía a los alemanes. Así lo afirman fuentes de la época. Sin embargo, estudios más actualizados revelaron que Mata Hari trabajó como agente doble para los servicios de inteligencia franceses y alemanes.
La astuta holandesa, en realidad más cortesana que espía, terminó convertida en chivo expiatorio, culpada por la muerte de miles de soldados aliados. Ella y su supuesta labor de espionaje fueron el pretexto al que echó mano el gobierno francés para justificar ante la opinión pública los sucesivos reveses de la guerra.
Mata Hari, el Ojo del Día que sin dudas llegó a conocer importantes secretos de Estado, murió frente a un pelotón de fusilamiento en las afueras de París, en octubre de 1917.
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