Sentido homenaje a aquellos «héroes del pantano» en Argamasilla de Alba
El Ayuntamiento de Argamasilla de Alba organizó el sábado un homenaje y recuerdo de aquellos «héroes del pantano», la primera promoción del Grupo Antiterrorista Rural (GAR) , que en 1979 desembarcaron en las inmediaciones del castillo de Peñarroya para formarse y alojarse en unos pabellones que estaban destinados a campamento de verano de los hijos de los guardias civiles. Jesús María Vélez Artajo fue el primer comandante del GAR, la mejor unidad con preparación antiterrorista de la Guardia Civil, creada siendo ministro del Interior Ibáñez Freire. El alcalde de Argamasilla, Pedro Ángel Jiménez, destacó la importante labor realizada por este grupo antiterrorista «que supuso un antes y un después en la lucha contra la banda terrorista ETA, que por entonces había intensificado notablemente su peligrosa y mortífera actividad». Así pues, en el periodo entre el 29 de octubre de 1979 hasta el 17 de junio de 1980, un grupo de 500 hombres recibieron una exigente formación y vivieron unas experiencias «que nunca olvidarán». Jiménez también señaló que los integrantes de aquella primera promoción siempre han sido uno de los principales embajadores de la localidad, «puesto que en los diferentes destinos que habéis estado siempre habéis hablado de Argamasilla de Alba. Sois unos buenos quijotes, y somos conscientes que además de vuestra tierra, esta tierra, donde os forjasteis, la lleváis en el corazón». Asimismo, el alcalde añadió que aquellas instalaciones se convertirán pronto en un espacio dedicado al ecoturismo. Por su parte, el coronel jefe de la Unidad de Acción Rural (UAR), formada por el Centro de Adiestramientos Especiales (CAE) y el Grupo de Acción Rápida (GAR), Francisco Javier Molano, explicó que, hasta que llegó el GAR, la Guardia Civil tenía generalmente una actitud defensiva, acrecentando la moral del terrorista y sumiendo a los agentes en una permanente sensación de indefensión. Este grupo de élite se creó ante la cruel escalada terrorista de 1978 y los 40 miembros de la Comandancia móvil de Logroño se convirtieron en los instructores. Finalmente, Molano indicó que el GAR tuvo una enorme incidencia en el campo de la psicología al elevar «la maltrecha moral de los guardias civiles destinados en la provincias vascas y de Navarra». El acto finalizó con la colocación de una corona de laureles a los pies del monolito, mientras la agrupación «Musical Maestro Martín Díaz» acompañaba a los presentes en la interpretación de 'La muerte no es el final'. Seguidamente, el párroco local Ángel Moreno ofreció una oración por los caídos en acto de servicio y se interpretó el himno de la Guardia Civil y varias piezas más.