Economía al servicio del poder
Para algunos la política es el arte de llegar y mantenerse en el poder. Para esos actores, la política tiene un fin en sí misma, más allá de consideraciones morales y objetivos. Para otros, la política es un medio para lograr el bien común, que implica garantizar los bienes comunes a todos: paz, justicia, vida, propiedad y libertad.
La politización de la economía consiste en subordinar las políticas económicas a la conquista o conservación del poder. Muchos gobernantes, aun a sabiendas de los resultados negativos a largo plazo de una determinada política económica, la ponen en práctica, pues a corto plazo les ayuda a conservar el poder.
Los resultados negativos de una política económica equivocada se pueden perder en el tiempo o adjudicarse a otros factores. Una emisión monetaria puede crear una bonanza artificial a corto plazo y ayudar al partido gobernante a ganar una elección. Probablemente sus efectos negativos posteriores no sean relacionados con la política económica que los causó y se atribuyan a otros fenómenos sociales: especulación o voracidad de los comerciantes.
Muchas políticas económicas inflacionarias y deficitarias, que explicaremos más adelante, son aplicadas con criterios de corto plazo sin importar sus efectos negativos posteriores.
La politización de la economía también se practica en las promesas de campaña donde, con tal de ganar votos, los candidatos ofrecen construir caminos, viviendas o dar a todos empleo sin decir de dónde provendrán los recursos para sustentar esas acciones. Hay candidatos que por un lado prometen bajar los impuestos y por el otro incrementar el gasto sin explicar aritméticamente cómo lo van a lograr a corto plazo.
La economía es una ciencia que generalmente no se analiza objetivamente, como la medicina, la física o la biología. La partidización de las políticas económicas las clasifica como populistas, de izquierda, neoliberales o de derecha. Esos adjetivos en muchas ocasiones nos llevan a la aceptación o al rechazo de una ley o acción gubernamental, más que el análisis objetivo de los resultados de su aplicación.
Como no hay una medicina o una física de derecha o de izquierda, tampoco existe una economía de derecha o de izquierda. La universalidad de los principios de las ciencias físicas y biológicas, al igual que los de la economía, implican que son válidos para todos los países. Los mismos medicamentos que reducen la hipertensión a un estadounidense en Estados Unidos, le ayudan, con variables secundarias, a un asiático o a un africano.
En el campo de la economía todavía hay quienes piensan que hay diferencias sustanciales entre los principios económicos válidos para un país pobre de África y otro rico de América. Durante muchos años se habló de principios económicos diferentes para los países subdesarrollados a los utilizados en los desarrollados.
La riqueza o la pobreza en la mayoría de los países es por aplicar o no, políticas económicas congruentes con la naturaleza económica del ser humano, que fundamentalmente es la misma en todo tiempo y lugar.