En 1930, México protagonizó uno de los episodios más singulares y poco recordados de su política cultural: el gobierno intentó reemplazar a Santa Clauscon Quetzalcóatl como figura central de la Navidad.El hecho se dio una época de la instauración de los valores nacionalistas en el país, ante las influencias extranjeras que, en su momento, fueron percibidas como una amenaza para las tradiciones mexicanas. Lo que hoy es una anécdota peculiar, tiene sus raíces en un México postrevolucionario que buscaba construir una identidad nacional propia, pero, ¿cómo ocurrió? Te contamos.La ideaLa historia comienza en la administración del presidente Pascual Ortiz Rubio y, especialmente, en la visión del secretario de Educación Pública de entonces, Carlos Trejo y Lerdo de Tejada. En un México que todavía trabajaba en la construcción de una identidad tras la Revolución, el Estado promovía símbolos indígenas, folclóricos y prehispánicos como parte de la educación y la cultura nacional.¿El objetivo? Disminuir la influencia de tradiciones importadas, especialmente las estadunidenses, y fomentar el orgullo por el legadode las culturas originarias.“Ayer tuve el honor de comer con el señor Presidente de la República y durante la comida acordamos la conveniencia de sustituir el símbolo de Santa Claus por el de Quetzalcóatl, divinidad que sí es mexicana”, declaró el entonces Secretario de Educación Pública, Carlos Trejo y Lerdo de Tejada, a los medios de comunicación, un 23 de noviembre de 1930.Fue así como se impulsó la idea de sustituir en las festividades decembrinas al tradicional Santa Claus por Quetzalcóatl, una de las deidades más importantes del mundo mesoamericano, representada como la serpiente emplumada. La intención era que, en lugar de esperar regalos de un personaje extranjero, los niños mexicanos aprendieran sobre sus propias raíces culturales.Artículos y documentos de la época son la prueba de esta iniciativa y, aunque no transformó de manera definitiva las tradiciones navideñas, el hecho pasó a la historia. La propuesta llegó a materializarse en algunos materiales escolares y publicaciones oficiales, proponiendo que los niños recibieran la Navidad a través de la figura de Quetzalcóatl, adaptada a una lectura moderna y educativa de la cultura prehispánica.Sin embargo, la propuesta causó indignación entre grupos selectos, que, según cuenta el escritor Alejandro Rosas en su libro México Bizarro, cuestionaban el uso de un “dios pagano para celebrar el nacimiento de Cristo”. Todo esto, envuelto en las heridas aún recientes en la Guerra Cristera.Entrega de regalos… desde una pirámidePara reforzar la idiosincrasia planteada por el secretario de Educación, el 23 de diciembre de 1930, en el Estadio Nacional (demolido por los daños sufridos en los terremotos de 1985, actualmente jardín público Ramón López Velarde y un centro comercial), el presidente Ortíz Rubio organizó una entrega de regalos en un escenario que imitaba un templo en honor a la serpiente emplumada.De acuerdo con crónicas de los medios locales, ese día había “árboles de Navidad decorados con luces de colores, la procesión de sacerdotes, batallones y bailarinas honrando a la serpiente emplumada”.Incluso, cuentan que la primera dama, Josefina Ortíz, fue una de las encargadas de repartir juguetes y dulces a las cerca de 15 mil personas que acudieron.“Mandó a construir un gran templo prehispánico donde se reunieron cerca de 15 mil niños; hubo danzas folclóricas, poemas y vivas para Quetzalcóatl, que fue representado por un funcionario que, disfrazado, distribuyó dulces, regalos y suéteres rojos a los niños ahí reunidos”, relata Rosas en su libro.Debut y despedida del nuevo íconoLa iniciativa, aunque concurrida y polémica, no logró desplazar a Santa Claus de la cultura popular. Por lo que fue la primera y la última vez que “Quetzalcóatl bajó a la Tierra a dejar regalos y más bien se quedó guardado en el entonces Museo de Arqueología”.La tradición estadunidense ya había echado raíces en México desde finales del siglo XIX y principios del XX, a través de la influencia de la cultura popular, el comercio y los medios de comunicación. La figura de Santa Claus, además, se asociaba rápidamente con la idea de regalos y festividades, elementos que conectaban con las celebraciones de diciembre.Aunque Santa Claus sigue siendo figura dominante en la Navidad mexicana, la anécdota de Quetzalcóatl navideño ha pasado a formar parte de la memoria colectiva como una curiosidad histórica que mezcla política, identidad y tradición.Ortiz Rubio renunció a su cargo un par de años más tarde —aunque sus razones no estarían relacionadas con este hecho—, dando fin a la posibilidad de que la Navidad Mexica se volviera a repetir.Aunque el intento incluir las culturas prehispánicas a las fistas decembrinas fracasó, este hecho es una ventana para entender cómo México ha buscado su identidad cultural frente a influencias externas y la manera en que esta negociación ha sido parte de su historia política y social.LP
