Sánchez oculta las concesiones a ERC a 48 horas de ser investido
Tras cuatro votaciones de investidura perdidas desde 2016, Pedro Sánchez se encontrará mañana a 48 horas de superar por primera vez este trámite e iniciar su segunda etapa como presidente del Gobierno. No lo conseguirá este domingo, víspera de Reyes, por carecer de mayoría absoluta, pero sí el próximo martes cuando le servirá la mayoría simple confirmada por la ejecutiva de ERC tras el terremoto político servido el viernes por la Junta Electoral Central. A los independentistas les sirvió la «indignación» que Sánchez les demostró hacia la inhabilitación de Quim Torra y el cese de Oriol Junqueras como eurodiputado. Decisiones ambas que el candidato socialista redujo a «zancadillas» y «artimañas legales» de la derecha. Pero, por encima de todo, primaron la mesa de negociación arrancada al Gobierno.
Éste fue el marco en el que transcurrió una crispada, y a ratos faltona, sesión en la que Sánchez trató con guante de seda al secesionismo pero con puño de hierro al constitucionalismo. Consumó así su abrazo al independentismo –«hagamos un proposito de enmienda, retomemos el diálogo, recomencemos», pidió a JpC– y voló cualquier posible puente con el PP.
Amenazas de Rufián
Durante las doce horas que duró el debate, el líder socialista intentó opacar el alcance real del acuerdo rubricado con ERC y para ello no dudó en defender una cosa y la contraria. Por un lado insistió en que el diálogo se enmarcará siempre dentro de la ley pero, por otro, abogó por «retomar la senda política dejando atrás la judicialización del conflicto». Una frase que «pasará a los anales de la leyenda negra española», le advirtió el presidente del PP, Pablo Casado. Sánchez también jugó a la confusión al conceder primero categoría de anuncio a la creación de una negociación bilateral con Cataluña, para luego aseverar que esa interlocución está ya prevista en el Estatut. Fue el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, quién arrojó luz sobre la verdadera trascendencia del acuerdo al anunciar que su formación llevará a la mesa de diálogo no solo el derecho a la autodeterminación sino también la petición de amnistía para los presos.
El candidato socialista no le puntualizó y el líder republicano reivindicó con libertad el derecho a «hablar de todo», se jactó de haber sentado al Gobierno a dialogar e incluso se permitió amenazar con reventar la legislatura, si Sánchez no cumple su palabra. «Intentaré ser muy claro. Si no hay mesa no hay legislatura. Si no hay mesa no se estará estafando a ERC, se estará estafando a un pueblo». Y es que a pesar del acuerdo, el miedo a la traición sobrevuela sobre las filas republicanas. Incluso Abascal se lo advirtió a Rufián durante su intervención.
Tanto Casado como el líder de Vox pasando por la portavoz de Cs, Inés Arrimadas, la de Coalición Canarias, Ana Oramas, o el del PRC, José María Mazón, entendieron que el pacto de PSOE y ERC no cabe en la Constitución. «Qué desvergüenza firmar un pacto que degrada a España a nivel de autonomía, que vulnera la legalidad, que rompe la soberanía nacional», cargó el presidente del PP, anticipando una oposición «firme e inflexible frente al atropello que pretende perpetrar».
El líder popular, además, pidió a Sánchez que ponga en marcha la aplicación del artículo 155 de la Constitución, si Torra se niega a cesar como jefe de la Generalitat, y le advirtió de que, si no lo hace, podría incurrir en prevaricación. «Le aseguro que actuaremos contra usted con la misma firmeza con que lo hemos hecho contra Torra».
En clave similar, Abascal avanzó una «oposición total y frontal» al nuevo proyecto «antiespañol y anticonstitucional» que saldrá adelante el próximo martes. «Frenaremos su plan liberticida y lo haremos en esta Cámara en los tribunales y en las calles», espetó desde la tribuna de oradores. La sorpresa de la sesión la protagonizó la portavoz de CC, Ana Oramas, al anunciar por «coherencia» su voto en contra de la investidura, en lugar de la abstención acordada por la ejecutiva de su partido. La política canaria denunció que Sánchez se ha arrodillado ante el independentismo y su voto en conciencia pone ahora en peligro su continuidad en el partido. No en vano, su rechazo a la investidura reduce el margen de Sánchez para la segunda votación del martes. Los votos en contra ascienden ahora a 165, frente a 167 diputados a favor, de manera que si algún diputado del PSOE decidiera cambiarse al «no», el resultado sería un empate y la investidura no saldría adelante. A esta difícil vía apeló la portavoz de Ciudadanos, Inés Arrimadas, que se estrenó hoy en un debate de investidura. «¿No hay ni un solo valiente en la bancada socialista que cambie su voto como ha hecho Ana Oramas y evite la investidura? ¿Ni uno solo?», imploró a un grupo controlado completamente por Sánchez.
«España no se romperá»
Ya antes de que interviniera Rufián, el acuerdo entre PSOE y ERC generaba tantas dudas sobre su legalidadque Sánchez decidió arrancar su discurso aseverando de manera inédita que España no se romperá. El candidato socialista se revolvió contra las críticas de PP, Vox y Cs cuestionando sus verdaderas motivaciones y acusándoles de «no mover ni un dedo» por la gobernabilidad de España. Además se refugió una y otra vez en las cinco veces que el PSOE ha ganado las elecciones este año.
La crispación alcanzó su punto álgido durante el duelo entre Sánchez y Casado, pero continuó durante la intervención de Abascal, quién arrancó pidiendo la detención de Torra y dedicó al candidato una retahíla de descalificaciones poco propia de la tribuna de oradores. Desde «fraude» a «mentiroso» pasando por «estafador» o «villano de cómic». El debate continuará este domingo con la intervención de Bildu, el Grupo Mixto y el PSOE, antes de una votación que elevará a cinco las votaciones de investidura fallidas protagonizadas por Sánchez.