Los números provisionales de participantes en la COP27 señalan que por los pabellones de Sharm el-Sheij (Egipto) han pasado un total de 33.449 participantes de los que poco más de un tercio son delegados de las partes o, quizá, habría que entrecomillar 'delegados'. «Es vergonzoso que el CEO de BP esté registrado como miembro de la delegación oficial de Mauritania», denuncia Pedro Zorrilla, representante de España en la delegación de Greenpeace internacional. «¿Así cómo se va a conseguir acabar con el petróleo?», se pregunta.
No es el único emisario de las partes, así se llaman a los países, en estas cumbres climática. En la lista provisional de Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC por sus siglas en inglés) hay más representantes del mundo del petróleo o del gas. «Así no se acaba con los combustibles fósiles», repite el portavoz de la oenegé ecologista.
Precisamente, la prohibición de estos carburantes ha estado sobre la mesa en las negociaciones de la COP27 o, al menos, su reducción. Una iniciativa planteada por India, secundada por la Unión Europea, pero 'olvidada' por la presidencia egipcia. «Los países ricos no se comprometen a dar los pasos necesarios para frenar el cambio climático», destaca Greenpeace. «No hay ni una sola mención a reducir el uso de combustibles fósiles», apostilla Pedro Zorrilla.
En la cumbre de Glasgow, el pacto que lleva el nombre de esta ciudad escocesa, señaló al carbón como uno de los causantes del cambio climático. En este nuevo periodo de sesiones «no ha habido ningún avance», alertan las oenegés presentes en las reuniones.
En cada uno de los encuentros, y también fuera de ellos, India ha presionado para que en Sharm el-Sheij se señale, además del carbón, también el petróleo y el gas. Un discurso apoyado por la Unión Europea, pero que no ha quedado plasmado en los textos ni oficiales ni oficiosos planteados por la presidencia egipcia. «Es indignante la presencia de lobbies de los combustibles fósiles en esta cumbre», comenta Zorrilla.
Los grupos de presión, además de tener presencia en las delegaciones de los países, son uno de los más numerosos en los pasillos de Sharm el-Sheij. Las personas acreditadas relacionadas con el mundo del petróleo, gas, o carbón ascienden a 636, según la ONG Global Witness. «Los grupos de presión del tabaco no serían bienvenidos en las conferencias de salud, los traficantes de armas no pueden promover su comercio en las convenciones de paz», añaden.
Pesimismo climático
Con el contador oficial ya a cero y el tiempo extra en marcha, el choque entre bloques continua a la hora de alcanzar un acuerdo. La reducción de emisiones, la ambición climática y la financiación de pérdidas y daños han sido los puntos de fricción entre bloques. Buenas intenciones, propuestas interesantes y mucha palabrería: «Pero, mientras sigamos en manos del poder fósil, esto no tiene arreglo», advierte Zorrilla.
Pedro Zorrilla, representante de España en la delegación de Greenpeace internacional en la COP27
A la espera de conseguir un acuerdo, los ánimos entre los activistas no son muy positivos aunque «habrá que ver si es un fracaso cuando todo acabe», destaca el delegado de Greenpeace. «Falta ambición, ambición climática», añade.
En esta docena de días de encuentros, las propuestas de trabajo se han puesto sobre la mesa, pero sin mucho éxito: «Apenas hay avances», denuncian los enviados de Ecologistas en Acción en la COP27. Los programas de mitigación y la creación de un fondo específico para afrontar pérdidas y daños son los grandes puntos de conflicto. «Este año estamos hablando de dinero, porque es la COP de África y toca hablar de ello, pero en la próxima toca revisar los planes climáticos de los países que ya sabemos que no son suficientes», advierte Zorrilla.
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