¿Y el pueblo dónde está?
Se cerró el acuerdo. Con estupor comenzamos a recibir noticias extraoficiales acerca de la supuesta estructura del nuevo órgano redactor, con incredulidad nos miramos y constatamos que las noticias que circulaban eran reales: Comisión de expertos, contenido predefinido, mecanismos preventivos y represivos de control de la soberanía popular, baja posibilidad de representación fuera de los partidos políticos.
Realismo con renuncia
Para quienes creen que el diagnóstico es fatalista tenemos malas noticias, la nueva izquierda institucional hace rato que decidió hacerse parte del duopolio en un revival noventero de la transición.
Las promesas de transformación quedaron dilapidadas luego de una serie de errores estratégicos que van desde el fallido diseño electoral que produjo un gobierno sin mayorías parlamentarias, una instalación que entregó la conducción sin razones políticas a una coalición que no ganó las elecciones, el rechazo intempestivo al quinto retiro luego de haber apoyado y hecho campaña con esta medida unos meses antes, múltiples razones tecnócratas que instalaron sorprendentes índices de rechazo a la gestión presidencial y el fin en tiempo récord a una luna de miel que tuvo como correlato directo la derrota histórica del 4 de septiembre.
En sentido estricto, vemos que la configuración del comité de expertos y del comité técnico de admisibilidad, ambas instancias que ejercerán control sobre las decisiones tomadas por el órgano electo, cuentan con una abrumadora mayoría de los sectores reaccionarios y defensores del modelo. La renuncia es evidente.
Parece que el miedo le ganó a la esperanza, pero el pueblo no renuncia.
La opinión pública como cuarto poder
“Una esperanzadora señal de la política” significó para el diario La Tercera la negociación entre partidos políticos con representación parlamentaria para designar al cuerpo de técnicos y expertos. A estas alturas nadie puede negar que los medios de comunicación tienen posición política, toman partido y su voz es la de sus dueños. Por eso no debiese sorprendernos que el diario que aplaude de pie un acuerdo entre honorables sea el mismo que hace poco no titubeaba en acusar de irresponsable, infantil y desestabilizador cualquier atisbo de protagonismo popular.
Hace unos días, en conversación con un medio independiente, el diputado oficialista Gonzalo Winter confesaba preocupación porque “la gente que me rodea celebra que nos publique La Tercera” a propósito de la necesidad que tiene un sector de ser validado por la voz de los de arriba, sin siquiera cuestionar el costo de aquello, porque convengamos que usar las herramientas del amo para desarticular su discurso no sólo es válido, sino que necesario; pero tememos -junto al diputado- que se esté deseando usar las herramientas del amo para continuar su labor histórica de hacer que los intereses de la élite sean sentidos por las mayorías populares como si fuesen los propios. Ya lo decía Gramsci: “La realidad está definida con palabras. Por tanto, el que controla las palabras controla la realidad”
¿Realmente el remezón electoral del 4 de septiembre significó indefectiblemente que Chile se derechizó y no quiere cambios? ¿Las AFP e ISAPRES son el modelo deseado para una buena vejez y una salud decente? ¿Queremos un futuro sin derechos sociales ni democracia participativa? ¿Nos parece bien que Hernán Larraín que defendió a Pinochet, a Schäfer y a Piñera escriba una Constitución en democracia? ¿Esa es la realidad?
Si la respuesta a esa interrogante es sí, entonces seguiremos siendo meros espectadores en la “rechazoneta”. Nada nuevo bajo el sol, una fronda aristocrática que hace siglos entiende la democracia como la excusa perfecta para reafirmar que ellos son los mejores para decirnos qué hacer, cómo hacerlo y con quienes.
Si la respuesta es no, entonces el partido sigue y debemos generar las condiciones para que vuelva a ser favorable a las mayorías. La voluntad popular es la llave que abre el cerrojo para una sociedad más estable y un futuro más justo.
¿No hasta vencer?
En la disyuntiva creemos que es necesario asumir en sentido crítico que las condiciones no son favorables y es baja la legitimidad democrática del órgano. Sin embargo, no debemos olvidar que la vida no cambiará sin organización, que el compromiso es no mirar desde afuera, sino disputar para generar las condiciones.
Ante circunstancias menos favorables es mayor el imperativo: necesitamos una articulación de las fuerzas populares, necesitamos entender que la disputa del aparato estatal no es sinónimo de renunciar a las transformaciones, urge construir organización y articular una fuerza política que sea leal al mandato popular, sin volteretas.
Estrategias para la incidencia del mundo popular
Tragar veneno, respirar y mirar al próximo objetivo.
No se requiere experticia electoral para saber que el resultado de la elección del próximo 7 de mayo no tendrá una representación mayoritaria de las fuerzas populares, de izquierda, progresistas y transformadoras.
La conclusión no es insustancial, basta mirar el avance del proceso y la correlación de fuerzas desplegada en la constitución del comité de expertos y el comité técnico de admisibilidad. Consideramos que aunque la disputa electoral es válida, esta debe darse con plena conciencia de que la misma sería testimonial y que la posibilidad de obtener escaños es remota para la emergencia de una tercera fuerza.
Con claridad y sin rodeos, creemos que de este proceso debemos avanzar hacia esa tercera fuerza que aborde la disputa institucional en el marco de un proceso constituyente, iniciado por la revuelta popular, que ha sido la apertura de un ciclo político que no ha terminado por fraguar.
La relevancia de la opinión pública nos lleva a considerar como prioridad el desarrollo de propuestas que se hagan cargo de las urgencias ciudadanas a la vez que respondan a la consolidación de un proyecto de largo aliento para que la ampliación de derechos no sigan significando una moneda de cambio para ceder en convicciones, programa y agenda.
Este proceso no está ganado, la contienda es desigual, pero no debemos renunciar a la posibilidad de visibilizar la diversidad del Chile popular, allí donde la homogeneización de la institucionalidad conservadora y los proyectos anti-derechos pretenden imponerse. Utilizar todos los medios disponibles y un despliegue permanente en instancias de participación, sean estas instancias institucionalizadas por el órgano o incluso concentraciones, cada oportunidad de visibilizar una mirada contrahegemónica será fundamental.
Ante las condiciones estructurales del momento proponemos la necesidad de dar un paso adelante en la articulación de las fuerzas populares, progresistas, de izquierda y transformadoras, desplegando estrategias para la incidencia del mundo popular en el proceso constituyente y en una agenda que ponga en el centro las urgencias de la gente común.
Juan Pablo Sanhueza
Presidente
Felipe Espinosa
Secretario general
Partido Popular (partido en formación).