La Caja, ¿nueva empresa mercantil?
Doña Marta Esquivel, presidenta ejecutiva de la CCSS, pretende convertir a la institución clave de nuestra seguridad social en una empresa mercantil. Como si no bastaran sus dos tareas fundamentales, que son gestionar y proveer servicios universales de salud y pensiones, pretende añadirles otra: la compra y venta de medicamentos a terceros, la apertura de expendios al detalle, el “escalamiento” de sus plantas de producción para competir con las farmacéuticas y hasta la oferta de servicios de lavandería a hospitales privados. Esto es lo que se desprende de la difusa propuesta a la que dio vía el 18 de este mes su Junta Directiva, salvo los dos representantes laborales presentes.
Su ligereza, falta de sustentos técnicos, logísticos, administrativos y financieros, y, sobre todo, su alejamiento del mandato central de la Caja, no pueden ser más inquietantes. Además, implicaría un salto al pasado del Estado empresario, cuyo saldo de ineficiencia, despilfarro y corrupción son de sobra conocidos.
En ficticia teoría, el proyecto abarataría el precio de las medicinas a los consumidores y generaría ingresos a la institución. Sin embargo, no existe ningún análisis duro que lo sustente; apenas hay un relato impreciso y aspiracional. Si la Caja, hasta ahora, ni siquiera puede calcular el costo real de cada servicio médico, ¿cómo determinará y desglosará los que debe incorporar a sus nuevas ofertas? Me refiero a los financieros, de infraestructura, personal, gestión e insumos, entre muchos otros.
A lo anterior hay que añadir el impacto de una distracción administrativa de tal magnitud sobre los mandatos esenciales de la institución, y que el riesgo del probable fracaso de la iniciativa tendríamos que asumirlo los cotizantes y usuarios. Porque no hay ocurrencias gratis.
Para bajar el precio de los medicamentos, la solución es promover la competencia, algo que el Ejecutivo ha desdeñado, no distorsionar las funciones de la Caja.
Durante su gestión, doña Marta, lejos de abatir o, al menos atemperar sus retos y falencias, los ha exacerbado. Es hora de que se dedique en serio a resolverlos, no a crear distracciones. Sorprende, por esto, la complacencia de los representantes patronales en la Directiva hacia esta iniciativa. Darle luz verde sin exigir primero estudios serios contradice su papel.
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