León XIV, contra la «economía distorsionada»
León XIV estrenó esta noche su primera Navidad como Papa. Y lo hizo con una novedad con respecto a Francisco y Benedicto XVI: retrasar la Misa del Gallo, que conmemora el nacimiento de Jesús en Belén, a las diez de la noche. Tradicionalmente esta eucaristía que marca el inicio de las fiestas navideñas para los católico se celebra a medianoche, sin embargo, Joseph Ratzinger ya la cambió a las diez de la noche en 2009, para adaptarla al ritmo de sus 82 años de entonces. Jorge Mario Bergoglio comenzó su pontificado convocando a los fieles en la basílica de san Pedro a las nueve y media, pero la pandemia del coronavirus le llevó a reubicarla a las siete y media de la tarde, prolongando este horario hasta el año pasado.
Con este nuevo reajuste, el Pontífice agustino inauguró oficialmente la Navidad desde el templo epicentro del catolicismo, repleto de fieles para la misa. En su homilía, León XIV reivindicó el verdadero sentido de la Navidad, subrayando que «no es una idea que resuelva todos los problemas, sino una historia de amor que nos involucra». Así, explicó cómo en estos días la Iglesia celebra el nacimiento de Jesús. «En el Hijo hecho hombre, Dios no nos da algo, sino a sí mismo», detalló el Papa norteamericano.
«Ante el dolor de los miserables, Él envía un indefenso, para que sea fuerza para levantarse; ante la violencia y la opresión, Él enciende una suave luz que ilumina con la salvación a todos los hijos de este mundo», expresó Robert Prevost desde el Baldaquino de Bernini. Fue el punto de partida para lanzar una denuncia directa sobre el actual sistema financiero global: «Mientras una economía distorsionada induce a tratar a los hombres como mercancía, Dios se hace semejante a nosotros, revelando la dignidad infinita de cada persona». De la misma manera, compartió cómo «mientras el hombre quiere convertirse en Dios para dominar al prójimo, Dios quiere convertirse en hombre para liberarnos de toda esclavitud». «¿Será suficiente este amor para cambiar nuestra historia?», preguntó a cuantos le escuchaban en la basílica.
Deteniéndose en la imagen del niño recién envuelto en pañales acostado en un pesebre que relata el Evangelio de Lucas, León XIV planteó que «para encontrar al Salvador no hay que mirar hacia arriba, sino contemplar hacia abajo». «La omnipotencia de Dios resplandece en la impotencia de un recién nacido», dijo justo después. En esta misma línea, presentó a Jesús de Nazaret como la verdadera «estrella que sorprende al mundo, una chispa recién encendida y resplandeciente de vida». «Vive entre nosotros quien da su vida por nosotros, iluminando nuestra noche con la salvación», matizó, convencido de que «no hay tiniebla que esta estrella no ilumine, porque en su luz toda la humanidad ve la aurora de una existencia nueva y eterna».
En su homilía, León XIV recordó al Papa alemán para respaldar las palabras que pronunció justo hace trece años, en su última Navidad al frente de la Iglesia católica, cuando expuso que «en la tierra no hay espacio para Dios si no hay espacio para el hombre». «No acoger a uno significa rechazar al otro», defendió el Papa norteamericano desde la basílica de San Pedro en una referencia implícita al colectivo migrante.
Y no solo citó a Ratzinger. También quiso tener presente a Francisco, parafraseando la homilía que pronunció hace justo un año en el mismo lugar, cuando hizo un llamamiento a «llevar esperanza allí donde se ha perdido», justo en la apertura del jubileo de la esperanza que toca a su fin y que se clausurará el próximo 6 de enero.
León XIV remató su intervención destacando que la Navidad es la fiesta por excelencia de las tres virtudes cardinales: fe, esperanza y caridad. Así, apuntó como Dios se hace hombre, implica un compromiso de entrega fraterna y hace a todos los creyentes «mensajeros de paz». «Con estas virtudes en el corazón, sin temer a la noche, podemos ir al encuentro del amanecer del nuevo día», concluyó.
La celebración de la Misa del Gallo coincide con la distribución de la felicitación oficial navideña de León XIV. «La Navidad del Señor es la Navidad de la Paz» es el mensaje manuscrito que incluye Robert Prevost en la cuartilla, elaborada por la Prefectura de la Casa Pontificia. La frase elegida está tomada del Sermón 26 del primer Papa que llevó su nombre, san León Magno. La imagen de la tarjeta vaticana reproduce un mosaico realizado por el artista italiano Alberto Salietti en 1955.
Ya en la noche del 23 de diciembre, el Papa León, al responder a las preguntas de los periodistas a las puertas de Villa Barberini en Castel Gandolfo tras su día semanal de descanso, pidió a las personas de buena voluntad «al menos en la fiesta del nacimiento del Salvador, un día de paz».