Tras conquistar la victoria en el reciente Rally de Marruecos, Sébastien Loeb y el equipo Dacia llegan al Dakar 2026 con un objetivo cristalino que trasciende la mera participación: lograr la primera victoria absoluta para la marca rumana y el ansiado primer título para el astro francés. El arma elegida para esta gesta es el Dacia Sandrider , un vehículo que rompe con las convenciones actuales al apostar decididamente por la agilidad y la eficiencia técnica por encima de la fuerza bruta. Este prototipo ha sido diseñado bajo la filosofía de «lo esencial» que caracteriza a la marca, eliminando de forma pragmática cualquier elemento que no contribuya directamente al rendimiento puro o a la robustez mecánica en condiciones extremas. A diferencia de otros prototipos de la categoría, el ADN del Sandrider se centra en una optimización extrema para la navegación en dunas. El coche ha sido refinado específicamente para mejorar su comportamiento en arena blanda tras los intensos ensayos realizados durante 2025, donde se trabajó profundamente en la capacidad de lectura del terreno. Esta evolución permite que el vehículo absorba con mayor suavidad los impactos en las crestas de las dunas a alta velocidad, un factor crítico cuando se rueda al límite. Además, uno de los puntos que el propio Loeb ha destacado como diferencial es la visibilidad panorámica desde el habitáculo. Gracias a un diseño con el capó delantero muy corto y descendente , el piloto cuenta con una capacidad de visión superior que le permite detectar obstáculos mucho más cercanos al morro del coche que sus competidores directos, una ventaja táctica incalculable en el laberinto de piedras y arena de Arabia Saudí. La habitabilidad también ha sido objeto de una ingeniería meticulosa. Para afrontar etapas que pueden extenderse hasta ocho horas bajo un sol abrasador, el interior del Sandrider utiliza materiales avanzados que reducen drásticamente la transferencia térmica del motor y del entorno desértico, manteniendo una temperatura más estable para la tripulación sin añadir peso innecesario. Esta fiabilidad ya ha sido puesta a prueba en el banco de ensayos más exigente posible: el Rally de Marruecos . Aquella victoria no solo sirvió para llenar las vitrinas, sino para confirmar que el Sandrider es un coche predecible y resistente, cualidades que Loeb considera vitales para minimizar los errores durante las dos semanas de carrera. A sus 51 años, la mentalidad de Loeb ha evolucionado hacia una gestión inteligente del riesgo. El nueve veces campeón del mundo de WRC confía plenamente en la madurez del proyecto y en la precisión de su copiloto, Édouard Boulanger. Juntos han diseñado una estrategia para 2026 que prioriza saber cuándo atacar y cuándo ceder tiempo para evitar el desgaste mecánico o la penalización de abrir pista. Para el equipo Dacia, este desembarco no es un simple ejercicio de marketing, sino una ambición respaldada por el éxito en la temporada de Rally-Raid 2025 junto a figuras como Nasser Al-Attiyah. El éxito esperado se apoya en una versatilidad de chasis capaz de adaptarse tanto a pistas rápidas como al temido Empty Quarter, sumado a una sencillez mecánica que permite reparaciones de emergencia en plena etapa. Con la moral en lo más alto tras los últimos resultados, Sébastien Loeb siente que, por fin, tiene entre manos el coche capaz de seguirle el ritmo a su talento para cerrar un círculo profesional único en la historia del automovilismo.