Como 25 años no se cumplen todos los días, Tana Rivera decidió tirar la casa por la ventana para consumar la madre de todas las celebraciones en una mágica fiesta que tuvo lugar en el Círculo de Bellas Artes de Madrid y que contó con máscaras, glamour, misterio, invitados vip y mucho lujo . Fue como un regreso al Versalles monárquico, salvando las muchas distancias. Eugenia Martínez de Irujo y su hija, Tana Rivera, celebraron el cuarto de siglo de esta última bajo una premisa clara: intentar recuperar el esplendor de aquellas idealizadas fiestas de la vieja Francia , cuando se usaban estos fastos para reunir a lo más granado y ampuloso de la sociedad, marcando distancias entre la élite y el pueblo. El Círculo de Bellas Artes fue el lugar escogido para exhibir un dresscode que fue más allá del revival. De negro y enmascarada s, madre e hija abrían el fuego de la velada para iniciar ese sutil juego del quién es quién, descubrir la identidad que se esconde tras los ojos velados antes de iniciar, si se da el caso, la fase del cortejo . Pero como tampoco era noche para añejas frivolidades, los invitados estaban previamente identificados y no había lugar para seducciones anónimas, aunque eso no evitó que se echaran buenas risas. Existía una gran expectación por ver el anunciado vestido de Tana Rivera, confeccionado para la ocasión por su diseñador favorito, Nicolás Montenegro. Un cumpleaños y el estreno de un diseño exclusivo es para familias señaladas todo un demostración de poderío. Acorde con la temática veneciana, la nieta de la duquesa de Alba lució un conjunto negro fluido con detalles en blanco en uno de los costados. Por su parte, Eugenia Martínez de Irujo acudió acompañada por su marido, Narcís Rebollo, y vistió un look total black que incluyó una blusa semitransparente, una falda larga con tres volantes y una máscara con detalles en relieve junto a plumas para añadir esa teatralidad que tanto le gusta a su imagen. Los invitados también cumplieron con el dress code marcado con improvisaciones para todos los gustos. Unos bien y otros no tanto. El padre de la cumpleañera, Francisco Rivera , quiso ser más original que nadie y escogió una máscara de Batman para felicitar a su hija. Llegó acompañado de su esposa, Lourdes Montes, embarazada ya de 14 semanas. Otros invitados vip fueron Tomás Páramo y María García de Jaime, Vicky Martín Berrocal y Manuel Vega, entre otros muchos. Solo se echó en falta a su gran amigo Roca Rey, quien se recupera de la grave cogida que sufrió en la Plaza de Toros de Las Ventas hace unos días. Naturalmente, un evento de semejante glamour y lujo debía tener un maestro de ceremonias a la altura y ese no fue otro que el conocido Boris Izaguirre , quien se deshizo en elogios hacia los instigadores del festejo. «Cayetana es la persona más especial, yo creo, de esta casa, porque envuelve en su ADN dos sagas muy extraordinarias, ¿entiendes? Yo creo que eso es lo que siempre hemos sentido por ella y me encanta acompañarla en sus 25 años. Ha llegado a convertirse en una mujer de 25 años, fantástica, divertida, símbolo de su generación y divina », dijo en discurso que sonaba a algún otro pronunciado por él mismo en alguna otra ocasión referido a otra persona. Acabados los bailes y descubiertas las máscaras, la fiesta se fue a otro lugar -figurada y literalmente para trasladarse a un reservado de la Sala Gabana Music Club, donde entre cócteles, conversaciones y cierto barullo los invitados prolongaron la celebración del cumpleaños de Tana Rivera hasta la madrugada.
