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España, que es lo mismo que decir Rafael Nadal, o a la inversa, qué más da el orden, celebra que tiene entre su gente al mejor jugador del planeta, tan descomunal el sábado como el viernes, tan descomunal como cualquier otro día. Es repetitivo el relato, puede que incluso injusto cuando se compite por equipos, pero lo de Nadal es sencillamente increíble, fantástico anoche para llevar a la selección a otra final de la Copa Davis, a un pasito de abrazar la sexta Ensaladera. No se muerde desde 2011, en Sevilla, y ahora en Madrid, viendo cómo está Nadal, hay motivos más que de sobra como para imaginar un domingo de champán y confeti. Canadá, contra todo pronóstico, es el rival (16 horas, #Vamos).
Fue, para alegría de Gerard Piqué, entusiasmado en su butaca de preferencia con el Señor Rakuten (Hiroshi Mikitani), otro sábado precioso de nervios y emoción en la Caja, que es justo lo que se pretendía con este cambio de formato. Es innegable que esta reconstruida Copa Davis gana en ese sentido, y se apuró hasta más allá de la medianoche del sábado para tener al segundo finalista, perfecto para la organización y también para los que querían doble ración de Nadal, multiplicado esta semana para defender bandera. Una vez más, se ha perdido ya la cuenta, catapultó al combinado nacional con una genial victoria en el dobles con Feliciano López, tan acostumbrado el pueblo a celebrar los triunfos de su héroe. Más que nada porque sus victorias son las de todos, así se ha asumido con naturalidad después de tantos años de felicidad.
Feliciano por Carreño
Salió una tarde repleta de sorpresas, muchas veces necesarias en la Davis y que suelen dar pie a cientos de interpretaciones. España, de manera oficial, había informado una hora antes de empezar a jugar de que su equipo estaba compuesto por Pablo Carreño y Rafael para los individuales, zanjando así cualquier debate sobre la necesidad a reclutar a Feliciano López para la causa después del tropezón de Carreño del viernes ante Guido Pella.
Sergi Bruguera apostaba así por el asturiano, pero algo se torció en el calentamiento que lo cambió todo a escasos minutos del duelo inicial, una noticia llamativa y desconcertante. Efectivamente, Carreño, siempre según la versión de la Federación Española de Tenis, tenía un problema en la pierna izquierda y saltaba al ruedo Feli, acostumbrado a citas toreras de este tipo. No le fue nada bien, la verdad, y se expandió la teoría de que Carreño no jugaba por el golpe anímico que le supuso la derrota ante Argentina.
López, al que se le presupone una pasión disparada en este evento, rejuvenecido cuando compite por equipos pese a que ya cuenta 38 años, completó una actuación grisácea tirando a negra, derrotado sin apenas oposición por un Kyle Edmund que le anuló con el saque. El británico hizo juego en blanco para empezar y break a continuación como si nada, una ventaja definitiva por mucho que fuera el génesis de una pelea bastante descafeinada y sin gracia. Lo paradójico, el tenis tiene estas cosas, es que Feliciano, sin saber cómo y sin hacer demasiado para merecerlo, se encontró con dos bolas de set en el segundo set, pero las desperdició y luego fue atropellado en el tie break, algo decepcionante su puesta en escena. Mal.
Quedaba, pues, entregarse al de cada día, que no es mal negocio porque casi siempre hay una respuesta positiva. Ante la necesidad, y para casos tan al límite como este, Rafael Nadal es una solución estupenda, y su enésima heroicidad será recordada por un globo inhumano en el desenlace del dobles, alimentando la posibilidad de abrazar esa sexta Ensaladera.
Se llegó hasta ahí, todo hay que decirlo, porque el mallorquín atropelló también a Daniel Evans, de 29 años, 42 del mundo y de estilo discutible, poco ortodoxo cuanto menos. Pese a las dudas de un primer set regularcillo, Nadal creció una barbaridad y enlazó ocho juegos desde el 4-4 de la primera manga para acabar venciendo por 6-4 y 6-0, por fin contagiada la grada de Madrid con el tenis de su chico. Nadie se cansa de tanta exhibición, ¿a quién no le va a gustar ver tanto compromiso y tanta entrega?
Hubo segundo plato con el mallorquín, que se ha propuesto jugarlo todo en esta Davis si es necesario, incluso lo haría solo si se lo pidieran. Y he ahí la segunda gran sorpresa de la jornada, pues hubo cambio de última hora y Feliciano López pasaba a ser la pareja de Nadal ante la baja de Marcel Granollers, también con problemas físicos desconocidos hasta el momento. López y Nadal, buenos amigos, no disputaban juntos un partido de dobles desde Stuttgart 2015 (llegaron a semifinales), y su historial no es precisamente como para presumir. En Davis, además, no se juntaban desde 2005 en aquella eliminatoria contra Italia en Torre del Greco, curiosamente en la última derrota de Nadal en este toreo tan mágico.
Aunque evidenciaron algún que otro problema de sincronización, ganaron a Jamie Murray y Neal Skupski porque así se empeñó Nadal, qué maravilla. Después de un enfado tremendo con la juez de silla en un momento crítico, se abrazó después a Feli como si les fuera la vida a ambos, otra pareja para el bien de España. Hay premio a la vista, y a por él que va Nadal.