Una cabeza en una caja, siniestras búsquedas en Google, un móvil económico y ni rastro del cuerpo: las claves del crimen de Castro Urdiales
Carmen Merino lo niega todo. La acusada de matar a su pareja en febrero de 2019 en la localidad cántabra de Castro Urdiales atribuye la culpa de cada uno de los detalles de crimen que han logrado esclarecer los investigadores a una amiga y a un hermano del fallecido. Piden para ella 25 años de cárcel por el presunto asesinato del que, aún tres años después no se ha hallado cuerpo del delito. Sólo la cabeza, en una caja que fue entregada envuelta en una bolsa de basura a una amiga en uno de los crímenes que más han escandalizado a la sociedad recientemente. Repasamos la cronología y las claves del conocido como el 'crimen de la cabeza' cuyo juicio arrancó el pasado viernes 4 de noviembre. Una desaparición sospechosa En febrero de 2019, Jesús María Baranda, un jubilado bilbaíno de 67 años, desapareció sin más. Su pareja, la ahora acusada, respondía con versiones vagas y contradictorias cuando la familia del hombre comenzó a hacerse preguntas. Primero, que se había «ido de vacaciones», algo que no encajaba entre los allegados de Baranda, por lo que trataron de contactar directamente con él. Ninguna respuesta. Carmen Merino les dijo entonces que el móvil de su pareja «se había roto al caerse a la bañera» y les ofreció un número de teléfono alternativo en el que sí obtuvieron respuesta, eso sí, únicamente en forma de mensajes escritos. Suplantación de identidad: mensajes de texto alarmantes Pidieron los familiares del desaparecido poder contactar con él con voz, aunque fuera mediante un mensaje de audio, ya que los presuntos mensajes que recibían de Baranda no cuadraban con su forma habitual de escribir. Negativa de su pareja otra vez. Las sospechas continuaron creciendo a medida que pasaban los días y la actitud de Merino, que seguía con vida normal y sus clases de baile, se inclinaba hacia el hermetismo; por lo que la familia del desaparecido decidió denunciar. La Guardia Civil interrogó entonces a la mujer, que aseguró que su pareja se había marchado, poniendo fin a la relación y llevándose «unos 12.000 euros». Al entender por este testimonio que se trataba de una desaparición voluntaria, el caso quedó archivado. Hasta que un hallazgo siniestro volvió a reabrir la investigación. El hallazgo de la cabeza en una caja En noviembre de 2019, una amiga de la acusada, de nombre Mari Carmen, alertó a las autoridades: tenía una cabeza humana en una caja en su armario. El desagradable paquete se lo había dado meses antes Carmen Merino, alegando que en el interior había «juguetes sexuales» y que, ante el inminente registro por parte de la Guardia Civil a la vivienda que había compartido con Baranda, no quería por vergüenza que fueran descubiertos . Su amiga guardó entonces la caja dando por bueno este argumento, pero el olor que desprendía pasado un tiempo le llevó al terrorífico hallazgo. «Tengo un regalo para ti arriba: la cabeza de tu marido», sostiene Merino en el juicio que le dijo su amiga, a la que atribuye la culpa Cuando las autoridades acudieron y descubrieron la cabeza, notaron que esta había sido manipulada, posiblemente sumergida en algún tipo de ácido con el objetivo, creen, de tratar de esconder huellas. Pasó entonces Merino a ser la principal sospechosa del presunto asesinato de su pareja, y los indicios que fueron posteriormente recopilándose apuntaban en esa dirección. Siniestras búsquedas en Google El atestado de la Benemérita, al que tuvo acceso en exclusiva LaSexta , registraba varias búsquedas en Google que pusieron en alerta a las autoridades: «Si mi marido desaparece sigo cobrando la pensión» o «cuánto tiempo tarda en descomponerse un cuerpo» eran algunas de ellas. Cuestionada en el juicio por estas búsquedas, la acusada ha asegurado que un amigo de la víctima y Mari Carmen -a quien dejó la caja- tenían acceso al ordenador y llaves de la vivienda. Además, Merino había adquirido una sierra de calar y una motosierra -que nunca se encontraron en la casa- para las que había buscado instrucciones también en internet. Ante el juez ha alegado que fue el propio José María el que compró estos objetos antes de desaparecer: «Yo de herramientas no tengo ni idea, ni sé ni quiero saberlo. Él hizo la búsqueda, él metió sus datos, compró con su tarjeta y nada, lo mandaron a casa y de ahí se la llevó a casa de los padres». Sangre en la vivienda, «bolsas pesadas» y sin rastro del cuerpo Los agentes hallaron, además, manchas de sangre en la vivienda y la empleada del hogar declaró haber tenido que sacar varias bolsas de basura «muy pesadas» cuando fue solicitada para realizar una «limpieza a fondo» a toda la casa. Pese al hallazgo de la cabeza, el cuerpo de Baranda nunca ha sido encontrado, y Merino, que sigue negando los hechos, nunca ha dado pistas sobre su posible paradero. Móvil económico Ahora, la acusada se sienta en el banquillo frente a la acusación particular que ejerce la familia del desaparecido que espera que se le imponga una pena de 25 años de cárcel . Sostienen que Merino acabó con la vida de su pareja por un motivo económico al estar ahogada por deudas que alcanzaban los 20.000 euros sumadas a diversos problemas financieros de sus hijos. Ella, sin embargo, asegura que el dinero nunca le ha importado : «Jesús me lo daba todo, pero no su pensión. Ni cobraba entonces ni voy a cobrar de Jesús nunca», ha declarado en el juicio. La Fiscalía ve pruebas de asesinato con alevosía pese a que la acusada sigue negándolo todo. Asegura que ella quiso denunciar la desaparición de Jesús María desde el principio pero la familia de Baranda no se lo permitió y se ha aferrado en todo momento a que en la caja que le entregó a su amiga sólo había juguetes sexuales.