La Zamora diferenciada
Los árboles del jardín van perdiendo las hojas frente a mi ventana. El otoño siempre trae soledad y silencio al casco antiguo de Zamora, un hermoso escenario de piedra sin actores, sin apenas representaciones de la vida. Pronto vendrán las nieblas eternas que ya brotan del Duero al amanecer; esas nieblas que son como un llanto sin lágrimas que empapa las calles, la hojarasca que cruje como un quejido de la tierra bajo nuestros zapatos. Aquí, en la Raya Oeste, hace tiempo que nuestros pueblos quedaron vacíos, aunque noviembre comienza con el retorno de Los Santos, ese regreso fugaz a cubrir de flores la memoria de los muertos. En nuestros pueblos hay ya más muertos que vivos, más silencio que sonrisas, al igual que estos días son más noche que luz; esta luz blanca, imprecisa, que se extingue sin dolor cada tarde un poquito más pronto. El otoño y el invierno son la crónica, la canción triste de la lenta agonía de una tierra que se desangra herida como Cristo en su costado; esta tierra amada a la que pertenezco donde la prisa no existe, donde no todos los caminos conducen a Roma. Aquí no es un tópico la España Vaciada; el mundo rural abarca incluso a la pequeña Zamora, donde aún perviven hombres y mujeres que trabajan la tierra con sus manos, donde las calles se convierten en un rosario de locales cerrados, en alquiler, en venta, rezando misterio por misterio la mala, maldita suerte de contar como nada en las urnas. Tantos corazones como somos convertidos en números, estadística, un puñado de votos, un rasero de ausentes, una bolsa de Judas. Confieso que no sabía que existía una fiscalidad diferenciada hasta que Zamora, la provincia de Castilla y León que más población pierde, se quedó fuera de las medidas especiales aprobadas por el Gobierno para Cuenca, Soria y Teruel. Con un desplome poblacional del 16'6 por ciento, la mayor tasa de paro de toda Castilla y León y la antepenúltima del país en lo que a actividad económica se refiere, parece de chiste que Zamora sea excluida de unas medidas fiscales que favorezcan el asentamiento de población y alivien a empresas y autónomos. Culpables también quienes gobiernan en Castilla y León desde hace más de treinta años, que ponen ahora el grito en el cielo, cuando no han hecho nada efectivo para que la Castilla Vacía y el León Envejecido recuperen tejido, músculo, pulso. No sabía que existía una fiscalidad diferenciada, pero mi tierra, mi gente, sufre desde siempre vergonzosas diferencias, un terrible desequilibrio entre el este y oeste, el mundo rural y los núcleos urbanos, el reparto de recursos de la Administración territorial y del Gobierno, sin un nacionalismo potente con el que chantajear en las instituciones como chamarileros. Qué insulto esta fiscalidad diferenciada que ignora a una tierra curtida en diferencias, la Zamora diferenciada, mientras es nuestro vacío el que llena sus bocas.