Sara Lozano: Urna electrónica 1/3
Falta digitalización en procesos de votación.
México va tarde con la digitalización de su sistema público en general y en particular el electoral. En el Poder Legislativo es donde se encuentran las trabas, tal vez sea desconocimiento, pero parece más un lastre conveniente, por ejemplo, el uso de las TICs para los procesos de votación.
La dinámica en la casilla se ha ido perfeccionando reforma tras reforma y las mañas ahí son materialmente imposibles. A la par, las actas que deben llenar las y los funcionarios de casillas se han ido haciendo más detalladas y a la vez más complejas. Los errores de cálculo son errores humanos previsibles por la cantidad de recuadros que eventualmente permitirán el cruce de datos en el Acta de Escrutinio y Cómputo, la compleja asignación de votos cuando se trata de coaliciones en donde hay diferencia entre el voto para el/la candidata y los que corresponden a cada partido coaligado, entre otras complicaciones.
La urna electrónica más elemental evitaría a los funcionarios hacer estos cálculos. ¿Pero qué haría la inteligencia electoral partidista sin estos errores humanos? Un acta que tiene muchos votos a favor del contrincante es un acta que debe pelearse con el fin de que esa casilla se anule y viceversa, hay que defender cada casilla que beneficie a su partido.
Las elecciones de Monterrey en 2018 se anularon porque uno y otro contrincante hizo su parte impugnado y defendiendo casillas y la base eran las inconsistencias en las actas. La diferencia entre la votación para para Felipe de Jesús Cantú y Adrián de la Garza fue poco menos de uno por ciento, pero más del 0.5 % (por eso no se justificaba un recuento completo).
¿Y qué pasó? La Comisión Estatal Electoral (CEE), declaró ganador al candidato del PAN de acuerdo con las actas en su poder. Entonces, el PRI hizo su lista de casillas por pelear e impugnó el resultado ante el Tribunal Electoral del Estado (TEE). El PAN hizo su parte tanto defender sus casillas, como agregar las que él quería pelear.
En el TEE anularon casillas por errores e inconsistencias y otra vez, ambos partidos se fueron a pelear a la Sala Regional del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF). Ahí, además de ‘desanular’ casillas, incluyeron otras que no venían al caso. Una mañana el ganador era Felipe y al día siguiente, Adrián.
Obviamente llegaron hasta la Sala Superior del mismo TEPJF en donde se decidió que había demasiado manoseo con las anulaciones, ‘desanulaciones’ y actas faltantes, por eso invalida la elección y ordena las elecciones extraordinarias que vivimos un 23 de diciembre.
En el camino la zozobra, los golpes bajos, la desacreditación iban para todas las autoridades electorales –CEE, TEE, TEPJF– y a los partidos. Además de una elección extraordinaria, este desgaste jurídico lo que logró fue incrementar la desconfianza y propiciar el desinterés en la política.
Y todo esto se hubiera evitado con una urna electrónica de lo más elemental.