Dembélé le salva la Navidad a Xavi
PESTAÑA j11-barcelona-athletic-liga22/23 Crónica 4 COMPONENTE Ficha Crónica 2301690 Tener a Valverde de entrenador contrario es mucho mejor que cualquier fichaje que un equipo pueda imaginar, y además el Athletic no ganaba en el Camp Nou desde 2001. Valverde es un buen tipo, muy educado y con grandes ideas. Pero el tipo es gafe, y si tú le miras el semblante ya ves en la expresión de su cara que las cosas no le van bien. Ni en el campo ni en ninguna parte. A un hombre que te mira así, nunca le dejes tu suerte en sus manos. El gran interés de la noche era Xavi salvaba su segunda bola de partido, tras la fácil victoria contra el Villarreal. Si el Barça ganaba, Xavi se comía seguro los turrones pese a la humillación de quedar en octubre fuera de la Champions. Si perdía dejaba con muy poco margen a Laporta para pensar en otro «proyecto». Dembélé abrió la noche con lo que nunca antes había hecho con el Barça. Un gol de cabeza. De un espléndido cabezazo. Muy bien, muy picado. Un bonito regalo de vuelta para su técnico, que tanto ha confiado en él. Sergi Roberto le robó cualquier emoción a la noche marcando en segundo en el 18, su disparo tocó en un defensa y confundió a Unai Simón. El tercero de Lewandowski no tardó ni tres minutos, brillante asistencia de Dembélé y gran giro sobre sí mismo del polaco que metió el tercero. Fantástico inicio de partido, que no puedo ni quiero desmerecer, pero contra un equipo de mantequilla. Es verdad que al Barça le sobra talento, capacidad y recursos para ganar a los equipos normales de La Liga, pero se supone que es un club con otros objetivos, y para estos otros objetivos, no le alcanza el talento ni en el campo ni en el banquillo, como se vio la semana pasada en el Bernabéu y el miércoles quedará perfectamente escenificado, cayendo de la Champions en octubre. Dani García rompió a Gavi pero quien vio la cartulina amarilla fue Xavi por protestar: claro despropósito de Martínez Munuera, un árbitro que piensa igual que se peina. Entró Kessie. Sin continuidad en el juego, pero con vértigo y latigazos, el Barça sometía al rival sin sentir ni la necesidad de tener totalmente controlado el partido. A partir del tercer gol el partido se durmió. El Barça divagaba, y sólo de vez en cuando Dembélé daba algunas muestras de intensidad, y el Athletic no hacía nada. Cuando digo nada quiero decir absolutamente nada. Cuesta pensar en un equipo menos propositivo que el Athletic que visitó Barcelona. Era hasta triste para el fútbol ver a un equipo arrastrarse de aquella manera. Quedaba justificado el progresivo desinterés que el Barça fue sintiendo por el partido, por la clamorosa incomparecencia del contrario. Qué triste espectáculo resulta cuando un equipo ya no tiene más ganas de comer y el otro nunca supo ni qué es el hambre. Todo lo que quedó hasta el descanso, con un añadido pertinente pero absurdo de cinco minutos, no sirvió para nada. El Athletic pareció como dispuesto a hacer algo más en la segunda parte: tímidos intentos iniciales, poco trascendentes. El Barça especulaba si se mantenía en su desinterés o si volvía a jugar el partido, pero las amenazas visitantes eran tan tenues y era tan difícil pensar en una remontada, que la impresión era que la inercia era lo que verdaderamente nos iba a llevar hasta el fondo de la noche. Pedri falló el cuarto, pelota al palo. A partir de ahí incluso la apatía azulgrana fue más vistosa que la definitiva capitulación vasca. Descanso para Lewandowski, Koundé y Pedri. Entraron Marcos Alonso, Ansu y Ferran Torres. Dani García se rompió y no digo que tuviera su merecido, porque al final son chavales y no le deseo daño a nadie, pero en su dolor tendría que recordar el dolor que causa a los demás jugando como un auténtico guarro. No se sabe si era más triste el Athletic de la primera parte, completamente borrado del partido, o el patético intento de hacer un poquito más en la segunda mitad, cuando intentando salvar por lo menos el honor, mostró todavía más su vulgaridad y sus carencias. Ansu y Ferran salieron muy motivados, y Ferran hasta marcó. Otro regalo de Dembélé, autor de las asistencias en los tres goles que no fueron el suyo. Pero es justo consignar también el muy buen movimiento de Ferran, tanto en la diagonal como en el disparo. Pablo Torre entró por Dembélé, que se marchó ovacionado. Es un jugador «único», como dice Xavi, que tan pronto naufraga y te hace naufragar como escribe noches -como esta- memorables. Xavi se comerá los turrones, y si a pesar de la eliminación canta un bonito villancico contra el Bayern, igual hasta le tiran alguna moneda al cepillo.