Olivia
Te imagino, pequeña Olivia, regresando a clase después del puente, comenzando vida con tu padre, que ha luchado contra denuncias falsas para poder tenerte cerca. Imagino tus pies pequeños pisando fuerte, dejando huella para convertirte en una hermosa mujer, enfermera, astronauta, defensora de causas imposibles, lo que quisieras ser. Abierta como una flor al amor primero, indecisa al elegir carrera, trabajo, un hombre, una mujer con la que compartir camino y vida, desplegando ese potencial que se abría a tu paso; para salir a las calles cada ocho de marzo a reivindicar la igualdad real que nos niega el Ministerio de Desigualdades. Imagino tus dedos temblorosos, tu sonrisa de media luna escribiendo a los Reyes Magos; tus cabellos jugando con el viento, tus pies descalzos en el agua pregonando el verano. Inocente, ajena a una guerra que se fraguaba sobre ti sin tú saberlo, sin adivinar que la misma mano que te trajo a la vida te la robaría sin piedad. Madre desmadrada. Te imagino con tu vestido de graduación, blanco en tu boda, agitando la bandera del arco iris en junio, pariendo con dolor, acariciando, puro amor en las manos. Ese paraíso de los posibles donde ya todo es imposible. Te pienso adolescente, libre, feliz. Te pienso niña, como eras, tan indefensa, sin saber que el último sueño venía disuelto en una taza de ColaCao. Hay lobos feroces disfrazados de caperucita, Olivia. Madres, mujeres, que matan por amor reconvertido en odio. Pero esto no va de hombres ni mujeres; esto va de gente enferma, mala. Animales que no son tales, si las bestias defienden a sus crías como fieras, si el instinto de protección es más fuerte que la sangre. Te convirtieron en el premio de una pelea, un pulso en el juzgado. Triste víctima, escudo y misil infantil en una guerra de adultos. Pequeña, dulce Olivia, como esa sirenita que duerme para siempre en el fondo del mar donde la sumergió su padre. La misma locura, igualdad pura y dura de corazones sin alma. Un padre, una madre, jamás deberían matar a su hijo. Y lloro, Olivia. Lloro porque no entiendo esta sed de mal; porque deberías estar viva. Porque hay madres que no merecen el regalo, el don de serlo. Cuando una madre o un padre matan a su hijo nos matan a todos por dentro. Vuela, Olivia. Ya eres luz, pequeño ángel.