El dolor de sentirse solo: «Puedo estar cuatro días sin hablar con nadie»
Salir a tomar una taza de chocolate caliente con churros por Madrid es una de las grandes aficiones de Pilar Pérez Merino, que cumplirá 78 años el mes que viene. Sin embargo, cada vez tiene más dificultades para poder hacerlo, pues a su ceguera se suma una artrosis que, junto a otros problemas de salud, provoca que su movilidad sea cada vez menor. Pero la principal barrera con la que se encuentra a diario y que le priva de poder hacer cosas como esa es la soledad . Ella no la ha elegido, no le gusta estar sola, pero siente que no le queda más remedio y que debe aprender a vivir así, «aunque cueste, que cuesta mucho, pero no hay nada que hacer». Pilar forma parte del 13,4 por ciento de la población española que sufre soledad no deseada. Así lo constata el informe 'El coste de la soledad no deseada en España', impulsado por soledadES , el Observatorio Estatal de la Soledad No Deseada de la Fundación ONCE, en colaboración con la plataforma Nextdoor y realizado por expertos de la Universidad de La Coruña y de la Universidad de Vigo. El informe, pionero en España, cuantifica el coste que supone para el Estado el hecho de que haya personas que se sienten solas aunque no quieren estarlo. La cifra supera los 14.000 millones de euros anuales , lo que supone el 1,17 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB), como resultado de la suma de los gastos sanitarios y de los costes por la pérdida de productividad. Noticia Relacionada estandar No «Nuestra vida real y mental no siempre coinciden y la segunda puede acabar con la primera» Ana I. Martínez Entrevista a Claudia Tecglen, psicóloga, presidenta de la Asociación Convives con Espasticidad y Premio Princesa de Girona 2022 en la categoría Social En este sentido el informe destaca la mayor incidencia de la discapacidad y dependencia, pues el 20,8 por ciento de las personas que padecen soledad no deseada, es decir, dos de cada diez, tienen algún tipo de discapacidad, sobre todo relacionada con la movilidad y visión. Es el caso de Pilar, que tras perder la vista estuvo trabajando muchos años como telefonista en un ministerio, por lo que estaba más que acostumbrada a hablar con la gente, algo que ahora añora. «¿Cómo puedo estar días enteros sin hablar con nadie con lo charlatana que yo soy? Pero me tengo que hacer a todo. Ahora puedo estar hasta 3 o 4 días sin hablar con nadie», explica a ABC. Programa de apoyo Para personas como ella, la ONCE cuenta con un programa de apoyo por el que hay voluntarios que acuden a hacerles compañía o ayudarles a hacer la compra, por ejemplo. Miguel de Frutos es quien acompaña a Pilar a tomarse su taza de chocolate con churros que tanto le gusta. O un café. Lo importante es la compañía. «Buscan también cariño y compañía . Cuando quedo con ella bajamos a un bar donde la conocen y ella está encantada, como en casa. Charlamos durante hora y media o dos horas. Y ves esas ganas de vivir que tiene», cuenta este voluntario, que insiste en que poder hablar con personas como ella se convierte también en una enseñanza para los demás. A Pilar, la soledad no deseada le ha «sobrevenido», dice. Hasta antes de que empezara la pandemia de Covid-19 hablaba dos o tres veces al día con su hermana, su única familia, pero el virus se la quitó. Tampoco conoce ya a sus vecinos, pese a que antes hablaba con todos «pero se han ido muriendo o con sus hijos». «Estoy solita» , repite con frecuencia. «Pero hay que aceptarlo, de nada sirve enfurruñarte», reflexiona. La alegría que se lleva cuando los voluntarios del programa acuden a visitarla, afirma, es inmensa. «Ellos son muy majos y yo muy charlatana y me ayudan a comprar y tomamos un café o paseamos un poco», celebra. Sin embargo, pese a la creencia popular, no son los mayores como Pilar los que más sufren esta soledad no deseada. Según el informe presentado ayer en sede de la Asociación de la Prensa de Madrid, quienes más padecen este problema son los jóvenes de entre 16 y 24 años (21,9%) , seguido de los que tienen entre 25 y 34 años, con el 16,5 por ciento, y de aquellos de entre 35 y 44 años (13,2). A partir de los 75 años, ese sentimiento vuelve a aumentar. Además, la sufren más las mujeres (55%) que los hombres (45%). Código Desktop Imagen para móvil, amp y app Código móvil Código AMP 1470 Código APP «Nunca pensé que con 18 años me sentiría así. Es algo que no te imaginas porque estás todo el rato todeada de gente, pero sola», confiesa a ABC Isabela Cifuentes, una joven madrileña que experimenta este sentimiento continuamente. Este es su primer año en la universidad, donde estudia Administración y Dirección de Empresas, pero el cambio de ciclo no ha sido como esperaba. «También juego al baloncesto y conforme ha ido pasando el tiempo, entre cambios de equipo y también al pasar de Bachillerato a la universidad me he dado cuenta de la soledad . Sobre todo por el hecho de pasar de estar con mis amigos de toda la vida, con la gente de siempre, a costarme más encontrar gente afín», sostiene. Tampoco en casa es capaz de dejar de sentir esa soledad. Es hija única y aunque vive con sus padres ellos tienen jornadas laborales muy largas. Es con ellos con los únicos que ha hablado sobre este problema, pues reconoce que es un tema difícil de contar: «No es algo que vaya contando a todo el mundo. Y probablemente habrá mucha gente que se sienta igual o peor que yo, pero no lo cuentan por vergüenza o por el qué dirán». Muertes prematuras Las principales causas de la soledad no deseada, sigue el informe, son externas (el 79,1 por ciento). A estas responden factores como la falta de convivencia o apoyo familiar o social , las causas laborales o el aislamiento debido al entorno. Pero hay un 19,1 por ciento de causas de carácter interno como la dificultad para relacionarse con los demás o la mala salud. MÁS INFORMACIÓN noticia Si La odisea de los padres que viven solo para cuidar de sus hijos enfermos noticia Si El estigma del suicidio en la discapacidad: «Sufren el doble» noticia No Los caballos que convierten en invisible la discapacidad Pero más allá del impacto en la salud mental, hay uno físico. Son las personas que se sienten solas las que más utilizan los servicios de salud, sobre todo los relacionados con las consultas de especialistas o servicios de urgencias. También las que más medicamentos consumen, especialmente tranquilizantes o fármacos antidepresivos. señala el estudio. En 2021, además, hubo 848 muertes prematuras asociadas a este problema, que generaron una pérdida de 6.707 años de vida productiva. Esto se debe en parte a que ese aislamiento genera una reducción en la calidad de vida.