Casa Leopoldo vuelve al ruedo barcelonés

Néstor Luján recordando que Casa Leopoldo fue el primer restaurante de Cataluña donde, después de la guerra, se podían comer auténticos filetes de carne, no orejas de gato, como decía Josep Pla. Y recomendaba el rabo de toro, 'cap i pota', las tortillas de chanquete, los calamares a la romana, el pescadito frito y los pulpitos. Manuel Vázquez Montalbán, llevaba a su detective Pepe Carvalho al restaurante de la calle San Rafael, 24: «Casa Leopoldo era uno de los territorios escogidos para citar , con personajes sensibles al placer de comer y beber, predispuestos a sorprenderse ante la opulencia de las bandejas de pescados y mariscos que ofrecía Germán a una clientela tan adicta como entregada a su inspiración de maître, heredero de una tradición restauradora y uno de los catalanes más expertos en cante jondo y tauromaquia». Casa Leopoldo, cuenta Arturo San Agustín en 'La Nena del Leopoldo', abrió en 1929, el año de la Exposición en la calle Aurora y en 1936 se trasladó a la ubicación actual. El abuelo Leopoldo dio nombre a un establecimiento que pasó a su hijo Germán y de este a Rosa. La saga Gil fue más allá del hecho gastronómico para embridarse en la memoria popular barcelonesa . Mesa de Manuel Vásquez Montalbán ABC Después de unos tiempos de vicisitudes en el que el histórico restaurante acabó surtiendo comida china, Sofía Matarazzo y Bruno Balbás, regentes de Casa Ràfols, en la antigua ferretería de Ronda Sant Pere y de nueve establecimientos del grupo Banco de Boquerones, reavivan los fogones de Casa Leopoldo . Albert Pineda, con su experiencia profesional en Australia, Brasil y Japón, capaz de conjugar tradición y modernidad lleva la batuta: «A las deliciosas especialidades tradicionales, como el rabo de toro o la paella parellada, se añaden los calamarcitos salteados con guisantes lágrima del Maresme o el timbal de pies de cerdo con foie, hinojo y manzana verde». Noticia Relacionada estandar No Segunda oportunidad para Casa Leopoldo Àlex Gubern El emblemático restaurante reabre desde hoy en Barcelona con la voluntad de la nueva propiedad de recuperar su tradición literaria Un recetario a degustar en cuatro ambientes: el Salón de Toros, con sus azulejos portugueses y los carteles que evocan tardes memorables; la sala Vázquez Montalbán para reuniones de hasta dieciocho comensales; la sala Rosa Gil si los encuentros son en 'petit comité' y el salón Bohemia, pensado para tertulias al que se incorporará un salón de lectura. En el salón que lleva su nombre, un retrato enmarcado mantiene vivo el recuerdo a Rosa Gil, «la Nena» del Leopoldo, nieta del fundador, hija y esposa de torero. Licenciada en la escuela de la vida, se presenta como una «rosa de fuego» en el barrio del Raval. En el que fue Distrito Quinto o Barrio Chino, «se ha escrito la historia real de Barcelona», advierte Arturo San Agustín en 'La Nena del Leopoldo'. Ojalá que el espíritu de Rosa Gil permita seguir escribiendo la eterna crónica barcelonesa.