“Me dedico a esto para que mi hija coma”: Historias de “buzos” en Cuba
Rafael, un buzo cubano de 56 años, contó que en un mes puede lograr hasta 2.000 pesos, con los cuales ayuda a su hija.
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SAN LUIS POTOSÍ, México.- No son pocos los cubanos que encuentran en la basura un medio para subsistir en medio de las carencias. Los “buzos”, como se le llama popularmente a quienes hurgan en los basureros, recurren a ella para aliviar la precaria situación en que viven.
Varias historias recogidas en un reportaje de la agencia EFE indican que esta práctica ha aumentado en Cuba en medio de la escasez de alimentos y los bajos salarios.
Rafael, un cubano de 56 años, residente en Centro Habana, contó al medio que no solo recupera de entre los desperdicios materia prima, botellas de plástico y latas, para venderla a empresas privadas y estatales.
También obtiene de ahí alimentos, como evidenció con una bolsa de plástico con cuatro panes que obtuvo de la basura.
Hace una década que dejó su trabajo como ordeñador de vacas en Sancti Spíritus y se radicó en La Habana, donde obtiene sus ingresos de esta forma.
En un mes puede lograr hasta 2.000 pesos cubanos, un estipendio más elevado que las pensiones para jubilados. Con ese monto puede viajar a su provincia y darle dinero a su hija, de 27 años. “Me dedico a esto para que ella coma”, contó.
Semejante a esta es la historia de Rafael, de 62 años. El hombre, veterano de la guerra en Angola, decidió iniciarse en la recolección de basura desde la pandemia porque “la cosa está en candela”.
Jorge, de 54 años, también busca materia prima que revender. El pasado mes, según dijo, llegó a alcanzar 8.000 pesos, con lo que compensa su exiguo salario como trabajador del sistema ferroviario.
En La Habana, donde los basureros se desbordan en casi cada cuadra, los buzos abundan.
Vivir de la basura es una opción en aumento en Cuba. Bajos salarios y deficientes pensiones contrastan con los altos precios de los productos de primera necesidad y hacen que hombres, mujeres y ancianos estén por doquier con sacos o bolsos llenos de latas vacías o plásticos que esperan vender como materia prima.
El pasado año, una aciana de 66 años relató que, con una pensión de 1.028, solo le queda como alternativa buscar latas vacías de entre los contenedores para obtener por ellas algo de dinero.
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