Al castrismo le sirve cualquier régimen antidemocrático
LA HABANA, Cuba. – La orfandad de argumentos acerca de las supuestas ventajas de los regímenes de corte marxista-leninista caracterizó las sesiones del segundo Encuentro Internacional de Publicaciones Teóricas de Partidos y Movimientos de Izquierda, que por estos días se ha celebrado en La Habana.
Se trata de una doctrina fracasada, que nada tiene que ofrecer a las naciones que buscan labrarse su futuro en condiciones de libertad política y progreso económico. Lo único que les queda a estos exponentes de la izquierda radical es armar la algarabía de siempre, además de alinearse con los representantes del eje del mal que se oponen al Occidente democrático.
En ese sentido destacó la intervención en ese evento de Rogelio Polanco, el ideólogo del Partido Comunista de Cuba, quien, según Granma, “insistió en la defensa de cualquier proyecto nacional que rompa un eslabón de la cadena del capital”.
Es decir, que la maquinaria castrista del poder está dispuesta a aliarse ―e imaginamos que el resto de los presentes en esta cita de La Habana también― con cualquier gobierno que manifieste su animadversión a Occidente. No importan consideraciones de tipo ético, ni la legitimidad con que ese régimen haya accedido al poder. No importa si inhabilitan a sus adversarios políticos, o encarcelan a los opositores que puedan aventajarlos en las urnas.
En las intervenciones de este encuentro trascendieron conceptos totalmente obsoletos que demuestran la ya citada orfandad teórica de esta izquierda radical. Uno de esos conceptos es el relativo a la lucha de clases, traído a colación por la filósofa cubana Isabel Monal, una rabiosa defensora del marxismo-leninismo, quien expresó: “Si no vemos la lucha de clases, nos equivocamos”. A propósito, a esa señora se le dedica la Feria del Libro de La Habana. Un indicio que nos hace pensar que ese evento pudiera tener más de propaganda ideológica que de valor literario.
Por supuesto que no faltó en este encuentro de publicaciones izquierdistas la presencia del gobernante cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez. El heredero de los Castro hizo énfasis en la necesidad de dar una gran batalla comunicacional en aras de que la población haga “un uso crítico de las redes sociales”, más o menos en sintonía con los recientes llamados del intelectual oficialista Abel Prieto, en el contexto de la cruzada contra la denominada “colonización cultural”.
Díaz-Canel aprovechó para hacer una especie de comercial de su pomposa “Operación Verdad”, con la que pretende convencer a la opinión pública de las supuestas bondades que, a la larga, tendrá para la población el ajuste económico (paquetazo) a implantar en Cuba. En ese contexto, y al adecuar esa política con este encuentro, el gobernante habló de una “Gran Operación Verdad”, para que las publicaciones marxistas-leninistas se abran paso a nivel internacional.
Bueno, y qué decir de los invitados foráneos que asistieron a esta cita de La Habana. Por supuesto, no podían faltar Ignacio Ramonet, Atilio Borón, Frei Betto y el eurodiputado español Manu Pineda. Ellos, junto con el ensayista Enrique Ubieta, coordinador por la parte cubana de este encuentro, la emprendieron contra lo que califican “el hegemonismo de los medios occidentales de comunicación”.
En realidad se necesita una gran dosis de paciencia cuando se escuchan cosas como esas, plagadas de doble rasero e hipocresía. Se pide eliminar el hipotético dominio de los medios de difusión occidentales. Precisamente, desde un país que no tolera las opiniones que discrepen con las emitidas por la cúpula castrista del poder. ¡Le zumba!
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