En Cuba hay que vivir detrás de las rejas
Hay un temor generalizado entre la población ante el incremento de los robos y asaltos, muchas veces violentos, y dudas sobre la eficacia de la policía.
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LA HABANA, Cuba.- Cada vez son más las personas que para evitar robos y resguardar sus bienes y sus vidas, ponen rejas en puertas y ventanas y cercas alrededor de sus casas.
Y es que, a pesar de que el Gobierno lo niega, hay un temor generalizado entre la población ante el incremento de los robos y asaltos, muchas veces violentos, y dudas sobre la eficacia de la policía para detener a los malhechores y restituir lo sustraído.
Pero muchas familias no cuentan con el dinero necesario para instalar rejas en puntos vulnerables de sus casas. El costo de una verja protectora de hierro para puertas no baja de 40.000 pesos, y el de las ventanas, de 20.000 a 25.000 pesos. Si pretende colocar doble puerta de hierro con mirilla, su costo nunca es menor de 60.000 pesos.
Cuando las dimensiones de las rejas exceden los tamaños normales, entonces su valor está en correspondencia con los metros cuadrados de material usado y, por tanto, su importe es mayor.
Si la vivienda cuenta con más de una entrada o salida, y gran número de ventanas, se multiplica la cifra.
En los edificios múltiples con pasillos, sus moradores, si pueden, añaden algún obstáculo, para lograr así mayor protección, pero eso aumenta el costo de manera sustancial.
A todo lo anterior se suman las cerraduras, que deben ser de la mejor calidad, para evitar que sean forzadas y rotas por los ladrones.
El costo de las cerraduras, que se adquieren generalmente a través de vendedores cuentapropistas, nunca es menos de 5.000 pesos. Las vendidas por el Estado, en divisa, son más caras al cambio informal. El costo de hacer tres copias de llaves oscila entre 150 y 200 pesos cada una.
Para pintar las rejas y ventanas, también son caras la pintura de esmalte o aceite, el anticorrosivo y las brochas. Casi siempre todo esto se obtiene “por la izquierda”, pues en MLC no siempre hay y sale más caro.
En las casas con jardines y patios, en busca de privacidad y seguridad, construyen muros o ponen cercas bien altas, y las tapian con planchas de metal o siembran pequeños arbustos espinosos que no permitan ver el interior.
Los portales y balcones son punto clave para colocar verjas que protejan el lugar. Estos espacios, por su dimensión, llevan varios metros cuadrados de hierro, por tanto, su costo es altísimo.
Personas con abundantes recursos económicos emplazan cámaras de seguridad.
Los edificios multifamiliares, con un solo pórtico de entrada, coordinan pagar entre todos la cerradura a la puerta central para garantizar que no pasen personas desconocidas, pero, aun así, agregan la reja de hierro a la puerta de su apartamento.
Los comercios, tanto estatales como privados, están protegidos por verjas y candados.
El edificio donde vivo desde hace seis décadas está compuesto por 58 apartamentos y todos cuentan con una reja en su puerta. También hay rejas en las puertas y ventanas de casi todas las casas de los alrededores de mi edificio.
Encontrar un herrero que disponga de los materiales para hacer la reja se dificulta. Como estos materiales no se comercializan por el Estado, estos trabajadores particulares tienen que conseguirlos de forma ilegal, de ahí que el precio a cobrar sea muy elevado.
El traslado y montaje de las rejas adiciona bastante a la inversión. Si es el propio herrero el que hace este trabajo, lo agrega al precio.
En el pasado no existía tanto esa obsesión de encerramiento que abunda ahora. No recuerdo algo similar en épocas pasadas. En muchos hogares, sobre todo en el campo, mantenían las puertas abiertas de par en par, y solamente se cerraban en la noche, a la hora de acostarse.
Recientemente escuché a una persona de edad avanzada comentar: “Todo el mundo vive hoy encerrado tras rejas, como si fuera un animal en el zoológico o un preso”.
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