Adiós a Alfonso Azuara: Los pelos de la burra siempre en la mano
Alfonso Azuara (Palomar de Arroyos, Teruel) fue periodista incómodo y cordial, extraño contraste que dominaba, en los tiempos en los que en el deporte español se podía hacer periodismo (otro periodismo si se quiere). De contacto cara a cara con el protagonista, acceso a los vestuarios, bajada al barro y micrófono a pie de campo; con las ventajas de una democracia por estrenar y sin la distorsión actual de las redes sociales ni los férreos controles de los gabinetes de prensa. Un oficio que respetó y nunca confundió con las relaciones públicas. Que ejecutó con rigor escrupuloso y valentía extrema, a costa a menudo de derrotas personales (grandes amigos que se perdían, o se volvían enemigos, por el alcance de una información) que nunca le hicieron retroceder. Si tenía «los pelos de la burra en la mano», una de sus máximas favoritas, iba con la denuncia hasta el final sin reparar en las consecuencias. Su verdad y su palabra no tenían término medio ni dejaban margen para la negociación. Alfonso Azuara desarrolló su profesión en distintas cabeceras, como «una maleta» (otra de sus coletillas), de donde salió a menudo mal y decepcionado, enfrentado con sus jefes. Trabajó durante 20 años en Televisión Española, narró partidos en Radio Exterior de España y formó parte del equipo fundacional de 'El Larguero', con José Ramón de la Morena , que dio la vuelta en audiencia a la hegemonía de José María García en la radio nocturna española. Una victoria que no entraba en los planes de quienes le firmaron su contrato en la Ser, con una desorbitada y multimillonaria cláusula de renovación incluida que, según contaba el propio interesado, finalmente no cumplieron. Trabajó también como subdirector de Deportes en la Cope en los tiempos de 'El Tirachinas' y José Antonio Abellán y en Onda Cero, 'El primer toque', con Ángel Rodríguez . De lengua afilada y discurso documentado, atrevido en la sospecha (cómo olvidarse de su célebre «si no existe ningún trasfondo, si este resultado es solo fruto del juego español», con el que acompañó la eufórica retransmisión por Televisión Española del mítico 12-1 ante Malta con el que la selección de Miguel Muñoz se ganó la clasificación para la Eurocopa 84), frontal en el cuerpo a cuerpo cuando se calentaba o se discutía su integridad (históricos sus acalorados enfrentamientos en antena con Luis Aragonés o Florentino Pérez ) y un punto provocador (aquellas ruedas de prensa con Javier Clemente de seleccionador a las que asistía en primera fila con la escopeta cargada). Experto en leyes y muy preparado, aunque arriesgó al máximo en sus afirmaciones, nunca fue sorprendido en un renuncio. Solía recitar de algunos de los que informaba que «entre el honor y el dinero lo segundo es lo primero», pero en su caso siempre se invirtió el orden. Un tipo difícil a veces, pero de honor. Compañero cariñoso, generoso y protector, maestro del oficio, exageradamente honrado. Sus amigos le llamaban Alfonso o simplemente Pichi . Y ayer se fue con 70 años.