Fernández Lubiano clama por la «necesaria paz que nunca llega» en su Sermón de las Siete Palabras de Valladolid
El Vicario General de la Archidiócesis de Valladolid, Jesús Fernández Lubiano, ha clamado este Viernes Santo en la Catedral de Valladolid por la «deseada, anhelada y necesaria» paz en el mundo, que lamentó «nunca llega» y advirtió de que »en la historia de Israel, como la historia de la humanidad nos ha demostrado, todos han fracasado«. »Los que se han gestado en la religión, porque han creado una imagen falsa o inadecuada de Dios; los que se han desarrollado al margen o en contra de la religión, porque han creado una imagen falsa del hombre«, ha señalado. De esta forma se ha expresado Fernández Lubiano este Viernes Santo durante su Sermón de las Siete Palabras que se ha tenido que trasladar desde la Plaza Mayor a la Seo por la insistente lluvia con la que ha despertado la ciudad. Una decisión que ya se tomó el jueves debido mal tiempo que está condicionando las celebraciones de esta Semana Santa. Tampoco han recorrido a caballo la ciudad los cofrades de las Siete Palabras para anunciar, con un soneto, el Sermón. El pregonero, Álvaro Gimeno , sólo lo ha podido hacer tres veces y a pie: a primera hora de la mañana, a las puertas del Palacio Arzobispal; a los pies de la Catedral y ya en su interior. Allí han esperado a los cofrades de las Siete Palabras el arzobispo de Valladolid, Luis Argüello , que estaba acompañado por el nuncio del Papa en España, Bernardito Auza, así como por el alcalde de la ciudad, Jesús Julio Carnero, y el presidente de la Diputación Provincial, Conrado Íscar, entre otras autoridades militares, académicas, eclesiásticas y civiles. Álvaro Gimeno pronuncia el pregón en la Catedral CAL El vicario general, en una Catedral abarrotada, ha repasado cada una de las siete palabras que Cristo pronunció en la Cruz. Así, en la primera 'Padre perdónalos porque no saben lo que hacen', ha advertido de que el mal crece tanto en el mundo que a veces clamamos a Dios para que haga justicia, para que intervenga en el mundo y de un puñetazo en la mesa y acabe con el mal. Que fulmine a los malos, a los corruptos. Que castigue a los que destruyen la vida.« Ha añadido cómo »la imagen bíblica de la corrupción social es la ciudad de Sodoma que se destruye, devorada por la extrema maldad de sus habitantes« pero, ha insistido, »es el perdón el que interrumpe la espiral del pecado, el que corta la trama del pecado y lo detiene«. También se ha referido a «la tentación de la soberbia, no necesitar a nadie, no buscar ayuda en nadie» y ha lamentado que «poco a poco hemos ido echando a Dios de los ámbitos de la vida social, de la cultura, de las creaciones artísticas, de la política, de la economía, de la educación, de las relaciones humanas». «Parece que Dios tiene que ser desaparecer, porque no es necesario. Hemos pensado que nosotros mismos, con nuestra inteligencia e ingenio, con nuestras capacidades y habilidades, nos podemos salvar del poder destructor del mal. Y soñamos un mundo sin injusticias, ni desigualdades, un mundo fraterno y en paz, todos soñamos con un Paraíso; imaginemos un mundo, pero sin Dios», ha añadido. Lubiano se ha detenido es su pregón especialmente en la deseada paz en cómo «los hombres han trazado sus propios planes para llegar a lo que todos anhelamos, vivir en paz. La tan anhelada y deseada y necesaria paz que nunca llega». Pero la realidad, ha alertado, es que «la historia de la humanidad nos enseña que este deseo tan apremiante siempre pervive, y que son tantos los proyectos que han fracasado, tantas agendas que marcan objetivos nuevos, para trazar e incluso crear una nueva humanidad, un nuevo orden mundial». «El diseño de las ideologías que trazan pautas de comportamiento y directrices con la promesa de un mundo más justo, más equitativo, más igualitario, más fraterno», ha clamado.